PEDRO ANDRADES
“Tengo 18 años. Soy de Setenil. Empecé en el tema de la droga muy joven. Con 11 años ya fumaba porros«. Así comienza un vídeo en el que David cuenta con mucha valentía su penosa experiencia con las drogas en nuestro pueblo y el daño causado a su familia, a la que pide perdón. Este joven del Carril le pone rostro a una realidad que, por desgracia, está más presente de lo que nos imaginamos. «A los 15 me dieron a probar la heroína en una plata. Me engañaron como si fuera aceite de hachís. Lo consumí, y a los pocos días quería más y más», relata para denunciar cómo le crearon una adicción y cómo cambió su vida. «He vendido, he hecho cosas malas que hoy me cuesta trabajo creer«, asegura este chaval, que ha hecho un esfuerzo personal muy grande (sin medicación, sin asistencia pública) para salir de ese mundo oscuro, con su empuje y voluntad: «A los chavalillos de ahora les digo que no caigan en ese mundo, que digan que no. Que la vida es más bonita sin eso. Es ponerte unas cadenas a ti mismo. De ahí se sale, yo soy un ejemplo”.
David (como otros muchos jóvenes) se merece una segunda oportunidad. Su caso ha sido el detonante de la primera marcha que ha organizado este sábado 29 de abril Voluntarios de Setenil con el objetivo de conseguir fondos que ayuden a adaptar un antiguo edificio de Lucena (Córdoba) que la asociación «Caminando Juntos» quiere convertir en un centro de desintoxicación para acoger a unos 40 afectados. «Esta vez ha sido David, pero el próximo podría ser mi hermano o tú», decía al inicio de la caminata la portavoz de Voluntarios, Tamara González, advirtiendo de la gravedad de este problema, que está tan instalado en nuestra sociedad (también en los pueblos) como ajeno al debate público.
El promotor de la iniciativa es Abraham, una persona que después de una vida muy dura se ha volcado en la ayuda a personas con adicciones. Fue él quién tendió la mano a David, quien le dio el «empujoncito» para salir del pozo. Con él contactaron a través de las redes, donde sus vídeos de «concienciación» se han hecho muy populares. Sólo tiene 34 años, pero tan intensos que es catedrático en la vida de la calle, y ese conocimiento «desde dentro» del mundo de la droga y su «cercanía personal» le han permitido ayudar a muchos adictos. Proveniente de una familia muy humilde de Vélez-Málaga, obligado a vivir en barriadas chabolistas, se enganchó a la heroína a los 12 años y creció vinculado a bandas dedicadas al trapicheo y la estafa. «Viví la violencia y la maldad desde que tengo uso de conciencia», me cuenta en conversación telefónica.
«A los 19 ya estaba en prisión con 20 causas». Quería entrar en la cárcel para acometer una venganza personal contra una persona que apuñaló a su hermana y la dejó tetrapléjica. En su caso, la «salvación» le vino de la religión, de un párroco al que conoció en una iglesia donde llegó atraído por una chica. «No cambié de un día para otro. Me metí en cinco centros en dos o tres años. Me echaban de todos, era el líder de los malos”, relata. “Me quité de la droga atándome a una cadena. En dos semanas se me pasó el mono de la heroína”. Y ahora lleva varios años ofreciendo su experiencia a otras personas para salir de las drogas y ha creado hace dos años la asociación «Caminando juntos», que forman nueve personas. Considera que “todo el mundo es recuperable», critica la falta de sensibilidad de la sociedad («No nos ven como enfermos, nos ven como desechos») y advierte que «no podemos mirar para otro lado» porque «la droga está ahí y hay que tenerle miedo». Abraham aboga por más campañas de prevención y por convencer a las nuevas generaciones de que no se puede normalizar el consumo de drogas.

Tik Tok Abraham Caminando Juntos
