
JULIO PARDILLO
Recientemente visité el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara. Se localiza en una comarca de Extemadura bastante deprimida, que ha puesto en valor su patrimonio paisajístico, sus peculiaridades gastronómicas, los lugares de interés para realizar una visita guiada o simplemente para su contemplación. Han sido meticulosos, dotando de miradores a las carreteras donde había algún punto donde realizar una buena fotografía, creando centros de interpretación, cuidando el entorno y el paisaje. Una visita recomendable.
Me encuentro a la vuelta de ese viaje un foro de amigos preocupados por el futuro de Setenil y de su comarca. Un hecho insólito y trágico, que puede llevar a la total despoblación de una zona en pos de intereses comerciales de multinacionales energéticas. Apoyados por la ley y por poderosos bufetes de abogados carroñeros, estas multinacionales eluden el control de instalaciones dividiendo o parcelando la tierra que pretenden expropiar para generar “huertos solares”, o instalar megamolinos eólicos, gigantes monstruosos. Toca ejercer de quijotescos caballeros. ¿Hacia dónde está mirando el Ministerio de Transición Ecológica? ¿Qué vigila nuestra Junta de Andalucía? ¿Alguien les ha dicho que no muerdan la mano que los alimenta?
Setenil ha crecido turísticamente, es un pueblo singular. Antes no lo conocía nadie, y ahora todo el mundo ha oído hablar de este enclave geológico urbano. Con sus casas debajo de la roca, Setenil se ha convertido en el destino rural preferido por los españoles. Se ha descubierto una gastronomía rica, apoyada en productos locales.
Pero eso se ha conseguido con el cuidado del campo, sus dehesas y olivares, los viñedos que poco a poco se van recuperando y otorgan el apellido a Setenil de las Bodegas, su cabaña de porcino ibérica, su ganadería bovina y caprina. La inversión realizada defiende nuestro origen agrícola y ganadero.
Entronca mi visita al Geoparque extremeño con lo que intento poner en valor de esta Sierra gaditana, estrechamente unida a Ronda y a su entorno.
Tenemos pegado el Parque Natural de Los Alcornocales, cuyo centro neurálgico se sitúa en Ubrique. El Caminito del Rey, cerca de Ardales. En Ardales también se localiza la cueva llamada de Trinidad Grund, una cueva rupestre con pinturas de edad solutrense, y que ha sido incluida en el Itinerario Cultural Europeo conocido como “Caminos del Arte Rupestre”. En Ronda la Vieja, el yacimiento arqueológico de Acinipo, una ciudad romana con un anfiteatro único, excavado en la propia roca caliza. La Vía Verde hasta Zaframagón, en Olvera, donde además hay un punto de observación ornitológica: cientos de buitres leonados, a veces alguno negro. A menos de una hora, El Torcal, en Antequera. Las cuevas rupestres de Benaoján. La Cueva del Gato, también localizada en el término de Benaoján, y que es la salida del Sistema Hundidero-El Gato, un río subterráneo que atrae a los amantes de la espeleología, un geositio excepcional. La entrada a ese sistema está en el término de Montejaque, es la Cueva del Hundidero. La Sima de las Palomas, en Teba, ubicada en el enclave conocido como el Tajo de los Molinos, otro punto de nidificación… ¡de alimoches!. En Teba también hay un museo arqueológico con piezas de la cultura romana de gran valor, y un mirador desde donde se abriga el alma.
Al lado de Setenil, en Arriate, el Sendero de la Garganta del Arroyo de la Ventilla. Grazalema está muy cerca, El Pinsapar es un bosque mágico. La Cascada del Chorrero en Villaluenga del Rosario. El paisaje kárstico de Cuevas del Becerro, donde se ubican varios geositios. La subida a El Dolmen del Gigante en El Gastor, o los dólmenes de El Tomillo de Alcalá del Valle. Los balcones de Arcos se asoman al cielo azul, las pupilas maravilladas asimilan toda esa luz. Para qué hablar de Ronda: ¡lo tiene todo! Podría enumerar un centenar de geositios en menos de una hora de recorrido en coche, o un poco más en bicicleta. La Legión se fijó en nuestro pueblo para hacer su famosa carrera: los 101 kilómetros de La Legión… Necesitaremos a esos caballeros para luchar contra los molinos.
¿Por qué no damos mérito a todo este conjunto de enclaves singulares? ¿Por qué no estimamos las cualidades de los quesos de El Bosque, Grazalema, Cuevas del Becerro, o Villaluenga? ¿Los aceites de Setenil y Olvera? ¿Los embutidos de Torre-Alháquime, Setenil, Ronda y Olvera? Productos, en general, obtenidos por la calidad de sus campos y sus paisajes amables.
¿Cómo se solicita la evaluación de Geoparque o la declaración de Parque Natural? ¿Dónde está la justicia? ¿Al lado de quién se pone? ¿Por cuánto se vende el kilo?
Llegan los latifundistas modernos, amparados en la necesidad energética, y quieren sembrar de caos y aspas los campos setenileños y alcalareños. De “huertos” solares, ¡que contradicción!, llamar huerto a lo que destruye el cultivo, arrasan los árboles de las dehesas, talan los olivos cuidados a base de sudor y tiempo, arrancan los viñedos y los pistachos. Son bandoleros disfrazados de energías que llaman limpias y ecológicas, destruyen el futuro de los pueblos, desertizan las comarcas, hunden bajo el sol el suelo a base de placas. ¿Quién recuperará esa tierra cuidada durante siglos cuando se abonen con placas los campos? La movilización es necesaria. Nuestra fuerza es la razón. Si la ley les ampara y nosotros tenemos la razón, la ley es injusta y hay que cambiarla.
