
PEDRO ANDRADES
«Me pueden quitar la tierra que llevo trabajando toda la vida. Y antes, mi familia». Juan Cristóbal Molinillo Porras es uno de los propietarios amenazados por el aluvión de proyectos energéticos que invaden Setenil. Tiene un campo en plena explotación en El Higuerón, con olivos y pistachos. Su finca se incluye, sin su consentimiento, entre los terrenos expropiables para el desarrollo del denominado proyecto «Taíno», un parque fotovoltaico de la empresa Diverxia que «metalizará» el cruce de Alcalá. Los vericuetos de la ley permiten que una empresa privada pueda quitarte tu tierra, amparada en una polémica legislación, si el proyecto se considera de «utilidad pública». Su tierra, por muy productiva que sea, dejará de cultivar las aceitunas que dan el mejor aceite de la provincia de Cádiz para convertirse en zona de servidumbre de un cuestionable polígono solar que se instalará en un campo próximo, donde ya han comenzado a arrancar olivos. En la misma indefensión jurídica se encuentran otros propietarios de fincas históricas de Setenil, como Paco Camacho (Las Mesetas), Melchor Guzmán (Aguilera Baja), Pepe y Rafael Durán (Las Limosnas), o el alcalareño Miguel Almagro (Huerto del Hombre). Todos aparecen en la planimetría de los proyectos.
«Siento que me están robando», me cuenta el profesor Pepe Molinillo, quien hace unos 20 años asumió la explotación de Higuerón Sur (colindante con la de su sobrino), para lo que realizó una importante inversión en la maquinaria necesaria (tractor, arado, remolque…). Recientemente ha adquirido una vibradora que le ha costado 107.000 euros y que todavía está pagando. Da empleo a unos tres trabajadores, que mantienen la actividad durante unos nueve meses. «El olivar es un cultivo muy social. Hay trabajo durante casi todo el año». Así lo explica para denunciar el sinsentido de destruir unas tierras que generan materia prima de calidad, crean empleo y asientan la población en el medio rural, cuando se repiten una y otra vez cansinas proclamas sobre la necesidad de la agricultura y la ganadería, de la dieta mediterránea, y sobre la «España vaciada», que luego se olvidan a las primeras de cambio.
«Quieren convertir esto en una escombrera», lamenta Paco Camacho, un agricultor que trabaja «Las Mesetas» desde los 13 años y que ha convertido su finca en un modelo de desarrollo rural: tiene cochinos y una marca de ibéricos propia, vacas, ovejas, produce un vino tinto y un aceite de muchísima calidad, y, lo último, ha sido pionero en la plantación de pistachos. Le parece «increíble» el atropello que se puede cometer en Setenil: «Lo van a destrozar, no sé si la gente es consciente de la gravedad de lo que está ocurriendo». No hace mucho pudimos ver en «Tierra de sabores» de Canal Sur TV el enorme valor y mérito que tiene Las Mesetas, y causa una enorme desazón imaginar que una planta fotovoltaica no deseada condicione su futuro. Paco Camacho plantea una reflexión: «¿Qué pasará con esas tierras dentro de 25 años? Ni darán dinero ni servirán para nada, porque el daño es irreversible».
Rafael Durán está afectado doblemente: en unas tierras de La Dehesa que se incluyen en la línea de evacuación energética y por Las Limosnas, que comparte con su hermano Pepe Durán, donde tiene en producción olivares denominados «superintensivos». «Me enteré el pasado 28 de diciembre, el Día de los Inocentes, y no es broma», dice. Nadie ha negociado nada con ellos para incluir estas fincas en el proyecto de la fotovoltaica Táctica, también de Diverxia, cerca de Acinipo. Y las empresas promotoras, si logran la declaración administrativa de «utilidad pública», podrán expropiar estos terrenos o intentar presionar con la utilización de la expropiación para acceder al uso de unas fincas en contra de la voluntad de los dueños, sabiendo que solo estarán obligados a pagar un justiprecio que se determina según el valor agrícola de los terrenos, sin considerar las plusvalías que pueda crear la generación de energía ni el daño irreversible para estas tierras.


En estos momentos se están tramitando en Setenil cinco fotovoltaicas de una misma empresa, Diverxia, que ha dividido la potencia en cinco plantas de menos de 50 megavatios para eludir controles ambientales más estrictos. Se trata de las solares Alcione, en el entorno del emblemático cortijo de Escalante y en las tierras colindantes con la vía pecuaria; Taíno, entre las fincas de Aguilera Alta, Aguilera. Baja, Toriles y Las Mesetas; September, en el área de Fernando, Zumacal, Rosales, Girón y Espartosa; Táctica, en las cercanías de Las Limosnas; e Isturgi, por la zona de Pozuelo, Doña Juana, La Serna y Fernando. Esos proyectos rodearían Setenil y llevarían la energía a la subestación Danae, en el cruce de la Venta Leche, que sería íntegramente «cableada».
Otro gran proyecto es el denominado Hinojosa, de la empresa Green Capital Power, que pretende implantar en los términos de Alcalá, Setenil y Torre Alháquime un gran número de aerogeneradores, con alturas de hasta 180 metros de alto, que serán visibles desde los puntos más emblemáticos de Setenil y afectará de lleno a los escarpes del Trejo. Ha recibido hasta 900 alegaciones, por las numerosas irregularidades que han denunciado los vecinos. Y Cepsa también prevé una gran planta fotovoltaica y eólica, que podría duplicar la actual previsión de mil hectáreas en los distintas construcciones. Todos estos proyectos han pasado el primer control ambiental, pero cuentan con la oposición frontal del Ayuntamiento de Setenil, que agotará la vía administrativa y litigará en los tribunales contra su aprobación.
Inevitablemente, muchas fincas de nuestro territorio sufrirán una depreciación en su valor por el impacto visual o los posibles efectos sobre la salud (ruidos, destellos o campo electromagnéticos) que puedan producir la proximidad de estas líneas de alta tensión.

El descontrolado «boom» energético amenaza el entorno natural, la calidad de vida de los vecinos y la economía tradicional de nuestro pueblo, y supondrá un mazazo para el pujante negocio del turismo y para los aficionados a la caza. Al calor de la crisis energética y la lógica apuesta europea por las renovables, han aflorado un aluvión de megaparques eólicos y de fotovoltaicas con inversiones millonarias y con tramitaciones administrativas de récord que han puesto sus ojos en varios municipios de nuestra comarca, sin atender criterios ambientales, sociales o de ordenación del territorio mínimamente rigurosos. Setenil, donde ya se están arrancado olivos centenarios en Aguilera Alta, será de los más perjudicados y quedará rodeado por sus cuatro puntos cardinales.
El destrozo ambiental y paisajístico será irrecuperable en zonas como la Venta Leche y la falda de Acinipo, en el camino a la romería por Escalante, en el entorno de los escarpes del Trejo, en las proximidades del arroyo de Alcalá, o en la zona de El Higuerón y Aguilera. Setenil cambiará olivos y encinas por placas fotovoltaicas con una extensión equivalente a unos mil campos de fútbol (una hectárea) y molinos gigantes (185 metros) que casi duplican la altura de la Giralda. Ni generan empleo local ni repercuten en el precio de la luz, que se exporta fuera.

Mi solidaridad para esto agricultores la mayorías amigos, me parece injusto que se cometa semejante locura en ese lugar único.Suerte y ojalá no siga adelante esa locura.Saludos desde Alentejo Portugal