
PEDRO ANDRADES
Hoy os quiero contar una historia personal. Mi padre me enseñó, cuando era chico y estaba en la tienda, que jamás hay que vender un tomate podrío. Y esa máxima la he tenido presente toda mi vida. Este fin de semana se ha estrenado en la plataforma HBO un documental del que seguramente váis a oir hablar, “Arny, historia de una infamia”, en el que participo para dar testimonio del miserable montaje, de la brutal caza de brujas y el insoportable dolor que se causó a personas como el “moranco” Jorge Cadaval, Jesús Vázquez, Javier Gurruchaga o el juez Rico Lara. Unos oscuros policías, la cuestionada instrucción de la jueza María Auxiliadora Echávarri, el periodismo basura y la complicidad morbosa de la sociedad propiciaron un «circo mediático» que destrozó la reputación, la economía y la vida de estas personas. Todos eran inocentes y víctimas de una invención, pero fueron crucificados, día tras día durante cuatro años, como «depravados pederastas» que corrompían a menores.
Y todo a partir del testimonio falso de un delincuente cocainómano de 17 años dedicado a la prostitución, que luego se desdijo y atribuyó sus acusaciones a la presión del policía que llevaba el caso. El entonces llamado «testigo número 1» (José Antonio Sánchez Barriga es su nombre) ha acabado en la cárcel con tres homicidios a sus espaldas. A este personaje lo conocí de casualidad en la calle Trastamara de Sevilla. Era un testigo protegido de la justicia y se pavoneaba en público vendiendo su basura. Me llegó a decir que, si le pagaba bien, implicaba al Rey si hacía falta. Es uno de los detalles que cuento de un montaje que nadie quiso ver pese a las evidencias, porque la presión mediática y el disfrute morboso de la sociedad empujaba a alimentar la pira pública. Dejé mi recién adquirido empleo en “El Mundo” para no contribuir a ese ruido desalmado y me fui al paro. La dirección de ese periódico no entendió, claro, lo que le conté de mi padre y los tomates podríos. No fueron los únicos, ni mucho menos. Programas nocturno como «El pelícano» o «Crónicas marcianas», cuyo estilo impregna hoy en día toda la televisión y los medios digitales, llevaron al extremo la mentira y la manipulación de los testigos, la mayoría de los cuales se desdijo durante el juicio en el que se absolvió a la inmensa mayoría de los imputados. Hoy en día, y con un móvil en la mano, todos podemos elegir apartar la basura o esparcirla.