Mi rincón favorito de Setenil no es algún lugar emblemático del pueblo por su belleza. No es una calle con un encanto particular gracias a su orografía o la estampa que se queda en el recuerdo del viajante más embelesado por este municipio lleno de historia. Básicamente, tampoco es un rincón y, a decir verdad, siempre ha sido un lugar muy olvidado, hasta que hace muy poquito, se pusieron unos columpios y la canasta que durante años ha estado en las pistas de fuera del polideportivo.
Se trata del «parque», como lo llamábamos los vecinos que íbamos allí a jugar de pequeños al fútbol y me refiero a la explanada que se encuentra a la entrada del pueblo, en el Carro, frente al cuartel de la Guardia Civil. Hoy en día incluso se usa a podo de parking, cuando vienen muchos turistas de visita.
Es mi rincón favorito porque estoy seguro de que sólo es el mío. Donde he jugado tanto de pequeño, me he hecho tantas heridas en las rodillas al caer en ese cemento, se me han pinchado tantas pelotas (a mí y a mis amigos) por el primer árbol que hay plantado en el jardín y por los coches que, al pasar por la carretera de al lado, los atropellaban, que si pienso en mi infancia, muchísimo tiempo me lo he pasado moviendo adoquines para colocar las porterías.
Así que elijo el lugar donde me he sentado a hablar con mi gente, he besado en la mejilla, me he refugiado en días oscuros y he leído al sol.
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Imagina Setenil 