
Hablar de un rincón favorito en nuestro pueblo es muy difícil, ya sea por los distintos paisajes, rutas y contornos que tiene Setenil, como por esa singular forma de ser que tenemos cada setenileño y setenileña. No obstante, me voy a decidir por destacar uno familiar que me trae muy buenos recuerdos que, honestamente, pienso que estará también en la memoria de muchos vecinos y vecinas.
No puedo olvidar esas tardes frías de invierno cuando salíamos del colegio (antes había escuela por la mañana y por la tarde) y entrando a la panadería de mis padres, observaba esas colas de madres sentadas en aquellos escalones anchos y esas paredes calientes del antiguo horno de leña de encinas, para recoger esos molletes que tanto gustaban. Es una imagen inolvidable, llena de nostalgia, como he dicho al inicio, de esos habitantes de Setenil que se caracterizan por la nobleza, sabiduría, gratitud y cordialidad.
BARTOLOMÉ MARÍN CALVENTE
Foto: MARÍA GJ
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