El setenileño Antonio Zamudio, al que tanto queremos y apreciamos todos, realiza en este artículo en Imagina Setenil una reflexión a titulo personal sobre la repercusión de la covid en nuestras vidas. Antonio habla desde la experiencia directa. Trabaja como subdirector de Enfermería del Hospital Regional Universitario de Málaga. En estas fechas se cumple un año del inicio de la pandemia y comienza la desescalada de esta dramática tercera ola.
ANTONIO ZAMUDIO SÁNCHEZ
Hace un año estábamos en los albores de una tormenta perfecta. Resonaban los primeros casos en nuestro país, pero era una leve llovizna, aún no teníamos conocimiento de lo que iba a suponer en nuestras vidas la pandemia generada por la COVID-19. Sí, una tormenta perfecta, pues para una sociedad como la nuestra de grandes eventos sociales, de abrazos y besos, de tertulias en terrazas de bares, de mucha vida en la calle. Una enfermedad de alto grado de contagio, solo podría comportarse para nosotros, como eso, como una tormenta perfecta.
Nuestras vidas cambiaron, nuestro pueblo, Setenil, perdió ese discurrir de turistas por sus calles al amparo de las rocas, admirando la belleza de estas. Se acabaron las tertulias con los amigos en los bares, nuestras fiestas: Carnaval, Semana Santa, Romería, Moros y Cristianos….Todo se esfumó. Y llego el virus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19. La salud sucumbió a sus redes, la economía tembló y prácticamente no hay aspecto de la vida que no se haya visto afectado.
Buscar el equilibrio en esta crisis sanitaria con impacto brutal en la economía es a veces un ejercicio de malabarismo. Aquí somos muy dados a ser expertos en cualquier tema que se precie: no hay Mundial en el que no surjan seleccionadores a granel, o crisis económica en la que no seamos doctores en economía. Empezamos a elucubrar teorías y a enumerar posibles soluciones.
Pues esto va de seguir unas recomendaciones sanitarias. No solo como en otras enfermedades donde se promueven hábitos saludables y recomendaciones sanitarias para nuestro propio bienestar, como ocurre en el cáncer, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. En este caso, la repercusión es colectiva, pues de nuestra buena adherencia a estas recomendaciones pueden depender también nuestros seres cercanos, amigos y familiares.
Sí, es cierto, algunas de las recomendaciones como el distanciamiento social, el encuentro o las salidas en la calle solo entre convivientes, o el uso de la mascarilla, entran en contradicción con nuestra forma de vida. Son sencillas pero complejas de llevar a cabo. Somos de contacto, de cercanía, de encuentros, de tertulias al cobijo de las rocas de Setenil.
Pero si en los momentos difíciles, de crisis, o tragedia, es cuando saltan las miserias y las grandezas del ser humano, me quedo siempre con estas últimas, y este año he visto muchas. Tenemos la oportunidad de realzar uno de nuestros grandes valores, LA SOLIDARIDAD, pues del esfuerzo y el buen hacer de cada uno de nosotros dependen muchos otros, y de eso, de solidaridad, los setenileños andamos sobrados.
Ya son muchos los que no estarán con nosotros, aunque perdurarán en nuestros recuerdos. Llegarán fechas señaladas y la añoranza será mayor. Yo, en esa próxima Semana Santa en la que estemos de nuevo en la calle, echaré de menos el apretón de manos y el abrazo efusivo de mi amigo Juan Linares «el Pitiqui».
«Y una vez que la tormenta termine,no recordarás cómo lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa si es seguro, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso trata esta tormenta», escribió Hariki Murakami. Que en esta tormenta se haga mi persona más SOLIDARIA.
¡Qué gran reflexión! ¡Grande Antonio!