PEDRO ANDRADES
Quiero compartir con vosotros una nueva imagen que he localizado de las Cuevas del Sol de finales de los años ’40 del siglo pasado, cuando Setenil todavía sufría el hambre y la miseria y se preparaba para una emigración que se disparó en años sucesivos. Los niños arremolinados en el lecho del río, que entonces era la calle con más vida del pueblo, las lavanderas apurando el sol, las gallinas revoloteando, los burros en la calle y los vecinos apoyados en el umbral de sus humildes casas-cueva donde hoy se colocan los veladores de las terrazas que tanto me gustan… Quizá hoy esta calle nos parezca más poderosa por su potencia económica y turística, pero a mí no deja de impresionarme la fuerza de la antigua arquitectura del pueblo y el desafío urbanístico de unos vecinos que convivían con las peligrosas crecidas del Guadalporcún.
Acompaño el artículo con otras dos fotos comparativas realizadas por María Guzmán Jiménez en estos días que son también de desolación e incertidumbre por la maldita pandemia.


