PEDRO ANDRADES
#QuedaEnSetenil
En Setenil hay muchos y muy buenos bares, pero de los históricos sobrevive uno que conserva especialmente el sabor de los de siempre, apegado al gusto y al trato de la gente del pueblo. Es el Bar Zamudio, un establecimiento emblemático fundado en 1.957 por Anita Zamudio y su padre, al que se incorporó Paco Bermúdez cuando se casaron. Fue en mayo de ese año cuando la añorada Anita montó un mostrador con algunas cajas de pescado en el que servía azaúras a los arrieros en su parada obligatoria en este cruce, en unos tiempos duros pero en los que Setenil casi duplicaba la población de hoy. Pocos meses después abrió el Bar Calvente.
Con los años este establecimiento se mudó a la acera de enfrente y creció de la mano personalísima de Miguel, Isabel María, Mari Carmen y Sebastián Bermúdez Zamudio, con quien este santuario del buen humor dio el salto definitivo para convertirse en referencia gastronómica, en el templo de la tapa de un pueblo todavía ajeno a los caprichos del turismo. El Bar Zamudio era una parada obligatoria en la rutina diaria, el lugar de encuentro para varias generaciones, en el que no se quedaba, sino en el que te encontrabas a los amigos. Un sitio que no necesitaba reloj porque en función de la parroquia ya sabías la hora que era. Y en el que siempre te podías tomar una tapa… y muy buena. Tanto que antes del boom del turismo, y ya con la incorporación a la cocina de Marcia Muñoz y Leo Linares, su fama se extendió por la comarca. «Me han dicho que aquí todo está bueno, así que ponme lo que quieras». Eso le dijo en una ocasión la actriz Ana Duato, la protagonista de la serie «Cuéntame», a un joven Sebastián Bermúdez.
Allí pasó toda la noche, acompañado de una joven de deslumbrante belleza, el grandísimo escritor Paco Umbral, quien llegó a Setenil atraído por alguna recomendación en Ronda sobre nuestras calles-cueva y acabó con una olla de carne con tomate al ritmo de la lambada que sonaba ese año de 1989. Ni tiempo tuvo de hablar de su libro de lo cautivado que quedó de esa tapa, ese buque insignia de la cocina tradicional que preparaba como nadie Anita Zamudio. También disfrutó de esta especialidad de la casa (y de la lengua en salsa, los higaditos, conejo y tortilla) toda la banda de Curro Jiménez durante una cena tras el rodaje de «El servidor de la Justicia». «Se lo comieron todo. Rebañaron las ollas y hasta acabaron con una caja entera de Tío Pepe», recuerda Sebastián Bermúdez, que tenía ocho años cuando cogió la varicela y se quedó si ver a sus héroes en Las Cabrerizas. Gracias a su abuelo Zamudio consiguió que Sancho Gracia, Pepe Sancho y Álvaro de Luna «El Algarrobo» irrumpieran en su habitación y hasta le firmaran el pantalón, que perdió con el tiempo porque… era el único que tenía. Lo cuenta con su habitual locuacidad en esta entrevista en «La ventana» de la Cadena Ser.
De esta cocina de toda la vida disfrutaron la rutilante estrella Ángela Molina y el equipo de rodaje de «La Sabina». O un mito de la NBA, «Red» Auerbach, entrenador y presidente de los Boston Celtics, que frecuentaba Andalucía y Setenil, y, por supuesto, el inolvidable Pepe Da Rosa, que dejó para el recuerdo una noche de chistes cantados en aquella terraza que acabaría convirtiéndose en el actual Bar Zamudio. Pero quienes más han disfrutado este templo de la tapa, sin duda, han sido lo vecinos de Setenil, que han sentido un apego natural por este bar.






Desde hace cuatro años, el Bar Zamudio lo regentan Juan Javier Medina y Nerea Garrido, con Isidra Álvarez en la cocina, que mantienen contra viento y modas la filosofía del bar «tradicional», el de siempre, que tanto agradecemos los amantes de los guisos y de la caña espontánea en el pueblo, los que miramos con recelo el minimalismo culinario y el desapego progresivo a los hábitos del tapeo local. Además de barra amplia y una disputada cristalera con vistas al río, este bar ofrece un enclave privilegiado, en la puerta de entrada a las afamadas Cuevas del Sol, con una terraza desde la que se disfruta de la confluencia de los arroyos que desembocan en el Guadalporcún.
En su carta de comidas, disponible también en los momentos de más afluencia turística, destaca una amplia lista de tapas de toda la vida: carrillada a fuego de leña, las brochetas, el atún a la plancha, los panaderos o la «macita» de chorizo o salchicha. El Bar Zamudio conserva la costumbre de abrir las calles de Setenil a las 5:30 horas, antes de que lleguen los Comes, para poner sus alabados cafés a los muchos trabajadores que se dirigen a la Costa del Sol, que salen de cacería o que regresan de una noche larga. Y es de los últimos que cierra en unos tiempos en los que las alegrías turísticas del mediodía colman el negocio de la mayoría de los bares.




Comunica en direcciones opuestas con dos rutas obligadas: el agradable y soleado paseo hacia el Carril, en paralelo al cañón de las Cuevas Román y a la circunvalación que te lleva hacia la zona más alta del pueblo; y, en sentido contrario, hacia la peña de El Carmen y el barrio del Cerrillo, de obligada visita en Setenil para observar desde el mirador una vista formidable de la fortaleza medieval y el caserío blanco. Sin duda alguna, un bar más que recomendable, con sabor local, en el que te podrás tomar una (buena) tapa a cualquier hora y que se mantiene fiel a la filosofía heredada de los fundadores del Bar Zamudio, patrimonio inmaterial de Setenil.
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Pedro, como siempre, un artículo entrañable… Nadie plasma unos sentimientos más puros por Setenil y sus gentes, conocedor sin igual de cada centímetro de éste cachito de mundo. No hay mejor embajador para nuestro pueblo que tú. Un millón de gracias por éste trabajo tan bonito, si Anita lo leyera… Gracias querido amigo. 😘
Gracias a vosotros, gachopinos, por los momentos tan bonitos que nos habéis dado en el Bar Zamudio 😘