PEDRO ANDRADES
Dos décadas. Es la losa que arrastra el aparcamiento público de Setenil, una obra tan importante para el pueblo como eternizada en el tiempo y que hoy, a las puertas de un boom turístico que puede cambiar el destino de este municipio, aparece como un monumental lastre para el desarrollo local por su coste y su inoperatividad. Esta es la historia de un proyecto que se escribió en pesetas y todavía se está pagando en euros.
Este mismo mes, el Ayuntamiento ha recibido un ultimátum de la Junta de Andalucía para el abono de 794.000 euros que aún se deben. Es la historia de un plan que, en aquellos años de inversiones públicas alegres, imitaba a otros municipios que buscaban su Guggenheim (un edificio emblemático que se convirtiera en referencia, como si en Setenil no tuviéramos ya los tajos), y cuyo destino por desgracia se parece más al del aeropuerto de Castellón por su dudosa viabilidad y su descomunal magnitud económica. En otros municipios similares han resuelto el problema del aparcamiento con sencillas plataformas colindantes con el casco urbano. En Setenil se desechó algo similar donde ahora está el consultorio médico.
Aquí trabajaron arquitectos de talla nacional en un concurso público. Setenil apareció hasta en revistas de diseño en las que se proyectaba una playa en Las Cabrerizas o un Parque en Los Cortinales, encomiables ideas que han quedado en el camino. El resultado: una obra en el río pagada dos veces (la primera: 1 millón y 357.060 euros en 2007; la segunda, 908.077,92 euros en 2015) porque se ignoraron las conocidas riadas del Guadalporcún y se desoyó a los técnicos que avisaron de los riesgos. Y un aparcamiento cerrado cuando más se necesita, con una ubicación contra-natura para el acceso de los coches que vengan de Cádiz o Sevilla, que deben dar un rodeo de cuatro kilómetros por la variante (o más, si proceden de Ronda o Alcalá), que deben vencer la tentación de dirigirse a Olvera y serpentear por una carretera, la del Molino, que asusta a los viajeros foráneos.
Según la Junta, este edificio, un sucedáneo del diseñado por los arquitectos Martínez Lapeña & Elías Torres, ha costado la friolera de 4.163.100,42 euros (casi 692 millones de pesetas) y ha alterado el paisaje de la antigua fachada del pueblo, con una evidente invasión visual de Las Calcetas. El indiscutible mérito: la ordenación de un espacio en estado de abandono que ha supuesto una afortunada revolución urbanística en uno de los tramos con más encanto del Guadalporcún y que en este blog hemos aplaudido. Un paseo que es formidable porque transcurre en el desfiladero de dos calles alucinantes como son Las Cabrerizas y Las Calcetas, porque te invita a una inmersión en la naturaleza de la ribera del Guadalporcún sin salir el pueblo, en una zona soleada y propicia para la caminata, no porque se hayan gastado un dineral inexplicable en un edificio pretencioso, sin utilidad clara. Tanto es así que no hay nota oficial de la Junta de Andalucía o del Gobierno central en la que no se le denomine de manera sorprendente «Museo» (en alusión a un proyecto sobrevenido de un «Museo de la Frontera») y se le atribuya al aparcamiento un papel secundario, en una última pirueta por buscarle un sentido a esta construcción megalómana en un pueblo que ni tan siquiera tiene un campo de fútbol con césped. Os lo cuento por partes, con documentos y fotos.

LA RECUPERACIÓN DEL RÍO EN LAS CABRERIZAS.
El encomiable proyecto inicial planteaba recuperar como paseo la ribera del Guadalporcún a la altura de Las Cabrerizas, una idea que se acabó vinculando a la construcción del parking en ‘La Marchá’ (Las Machadas). La inexplicable elección de este emplazamiento fue un primer error estratégico, ya que se trata de una ubicación de dificilísimo acceso. La obra sufrió un primer parón por la aparición de restos arqueológicos, de los que alertó afortunadamente para la historia local el setenileño Juan Ignacio Marín. La Junta de Andalucía realizó una cata de urgencia en Las Calcetas que comenzó en octubre de 1996, dirigida por Luis Guerrero Misa. Aquí apareció la Damita, entre otros muchos restos depositados desde la Prehistoria hasta hoy en ese enclave y que han permanecido ocultos durante todos estos años.
UNA PLAYA EN LAS CABRERIZAS, UN PARQUE EN LOS CORTINALES…
Con el cambio de década, el proyecto en ciernes amplió sus miras y derivó en una idea más ambiciosa que contemplaba la recuperación de Los Cortinales, las calles Mina y Calcetas y su conversión en un parque arqueológico. La Empresa Pública del Suelo (EPSA) convocó un concurso al que invitaron a primeros espadas de la arquitectura española como RGP Arquitectos o Martínez Lapeña & Elías Torres. Ganaron estos últimos, autores muy reconocidos con obra en la Villa Olímpica de Barcelona, el Parque Güell, la escalera de la Granja de Toledo, o la Alameda de Sevilla. Casi ná para un pueblo. El proyecto «Transformación del Guadalporcún» (2005) de estos prestigiosos profesionales se publicó en la revista «PaiseaDos».
Estos arquitectos destacaron en su diseño la importancia de que el nuevo edificio tuviera una fachada de piedra (que simula una segunda muralla, con ligeras perforaciones, que daba continuidad a la recuperación de Los Cortinales) para que su impacto fuera mínimo y no restara protagonismo a las casas blancas. Su cubierta se concebía como una terraza que facilitara la movilidad de la zona y se diseñó un ascensor para acceder al centro del pueblo. Finalmente, el párking lo ejecutó la empresa Granada Siglo XXI, que aprovechó la idea urbanística del ganador (lo mejor sin duda) pero devaluó su diseño, mucho más invasivo con Las Calcetas, con la fachada del pueblo y con el entorno en general. La adjudicación se publicó en el BOJA el 14 de junio de 2007 y preveía su finalización el 6 de junio de 2009 (23 meses). O sea, que estaría terminado en 2.011.







LO QUE SE LLEVÓ EL RÍO…
La obra del Paseo del Río que se inició en 2007, prácticamente a ras de la ribera, se la llevó el Guadalporcún en sendas riadas en diciembre de 2009 y 2011. Los técnicos locales habían advertido de que la cota del paseo debía estar al menos tres o cuatro metros más alta para evitar lo previsible. Esa obra de 2007 ya costó 1 millón y 357.060 euros y tenía un plazo de ejecución de 16 meses, como se podía leer en el cartel de Los Caños que se mantuvo hasta siete años después. En marzo de 2015 (en vísperas de las elecciones municipales), la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir adjudicó de nuevo,por casi un millón de euros (908.077 euros), la «estabilización» del río Guadalporcún a su paso por Setenil. El resultado es el que finalmente vemos hoy en día. Este organismo intentaba reparar así el desastre anterior. Es decir, se pagó dos veces el mismo proyecto, con un total de 2 millones y 265.137 euros (casi 377 millones de pesetas).




¿UN MUSEO EN EL APARCAMIENTO?
El 23 de julio de 2013, la Junta anunció que finalizaría en el otoño de ese mismo año el parque Ribera del Guadalporcún en Setenil, tras una inversión de 3,27 millones. Así lo decía la nota oficial de la Consejería de Fomento, que daba por «finalizadas»… bueno, mejor lo transcribo directamente porque no tiene desperdicio: «Las dos primeras fases de la actuación del parque Ribera del Guadalporcún se encuentran finalizadas, faltando únicamente por llevar a cabo la intervención que permita conectar el casco urbano con la zona de aparcamiento de vehículos desde la que a su vez se accede al paseo fluvial (…) Esta actuación (…) ha consistido, principalmente, en la edificación de un recinto destinado a museo de la localidad, y en la habilitación de una zona para el aparcamiento de vehículos».
Se refiere en esta nota al proyecto de un Museo denominado Poliorcético (una pedantería para hablar de «la frontera») en un parking que sólo admite 173 plazas. El Ayuntamiento participó, según la misma nota pública, con un 16% del coste total. La Junta informó en esa misma nota de un presupuesto global de 3,9 millones de euros. El coste total asciende, finalmente, a 4.163.100,42 euros (casi 692 millones de las antiguas pesetas), según consta en la documentación oficial. La Junta ha lanzado un ultimátum al Ayuntamiento Setenil para que abone una deuda pendiente de 794.000 que se aceptó «sin reservas» el anterior alcalde, Cristóbal Rivera, el 19 de febrero de 2014. En esas mismas fechas, se sondeó a algunos colectivos sociales para que gestionaran un proyecto de esta envergadura.



ABRE EL PASEO DELRÍO, QUEDA PENDIENTE EL PARKING
El pasado viernes 29 de abril de 2016, el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, ha inaugurado junto al alcalde de Setenil, Rafael Vargas Villalón, el Paseo del Río, cuyos valores urbanísticos son evidentes y hemos descrito en el artículo «El Paseo del Río, una revolución urbanística en Setenil». Junto a ellos estaba también el exalcalde Cristóbal Rivera. En la información oficial de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir tan sólo se habla del coste del segundo proyecto. Lo más llamativo es que al edificio del aparcamiento ahora se le denomina el «Museo». Quizá sea premonitorio porque no hay que descartar que a este edificio haya que destinar algunos servicios municipales para ponerlo en uso, aunque el actual alcalde, Rafael Vargas (crítico con el proyecto) ya ha anunciado su intención de licitarlo. Este trámite llevará todavía algunos meses. Ojalá tenga un final medianamente provechoso para el pueblo esta historia interminable. Por lo pronto sólo podemos decir aquello de… «continuará».











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