Aquí nació Setenil: un paseo por la muralla y la mina restauradas

Nueva panorámica de Setenil desde la muralla de la fortaleza medieval. Pincha en la imagen para desplegar todos sus detalles. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
Nueva panorámica de Setenil desde la muralla de la fortaleza medieval. Pincha en la imagen para desplegar todos sus detalles. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
La muralla tiene unos 520 metros y una altura máxima de casi diez metros. En el otoño de 2016 se ha culminado la restauración, limpieza y consolidación de un tramo de 135 metros. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
La muralla tiene unos 520 metros y una altura máxima de casi diez metros. En el otoño de 2016 se ha culminado la restauración, limpieza y consolidación de un tramo de 135 metros más allá de El Lizón. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN

PEDRO ANDRADES
Reportaje gráfico: ÁNGEL MEDINA LAÍN

Aquí nació Setenil tal como lo conocemos hoy, en este formidable y recuperado mirador de Los Cortinales que nos ofrece a lo largo de sus 520 metros de muralla (llegó a tener 27 torres) algunas de las mejores vistas de nuestro pueblo: la del cañón del Guadalporcún, con esas sorpredentes calles-cueva de las Jabonerías y las Cabrerizas. Más allá del muro del Lizón, el voladizo de la peña nos acerca al Carmen y nos estampa de frente ese caserío blanco con una hermosura desconocida, y nos aporta una mirada nueva de La plaza, San Benito, la calle Vilches, o Los Espinillos.En este mirador impresiona saber que caminamos sobre la Herrería y que estamos asomados a un balcón natural bajo el que se esconden las subterráneas calles Mina y Calcetas, todavía en un estado de abandono impropio de su originalidad.

En un paseo por Los Cortinales es inevitable la emocionante sensación de saber que ahí se empezó a escribir la historia de Setenil. Al abrigo de la roca hubo pobladores en la Prehistoria (3.000 años a.C.), pero nuestro origen como núcleo urbano se sitúa en el asentamiento agroganadero en esta peña tras la precipitada caída de la ciudad romana de Acinipo (siglo III d.C.), que convivió con algunos pobladores en las Calcetas, Mina y Herrería. Esta fortificación, aislada de manera natural por el meandro del río, es probable que tuviera un origen bizantino durante las campañas militares de Justinano el Grande por recuperar la Bética romana, aunque adquiere su dimensión definitiva en el período nazarí (siglos XIII al XV). Durante esta época que concluye con la famosa (y brutal) conquista de los Reyes Católicos en 1.484 y hasta un siglo después, nuestro pueblo vivió su momento de mayor significación histórica y de ahí proviene nuestro legado patrimonial: el Torreón, la Iglesia de la Encarnación (la Villa), la ermita de San Sebastián, el edificio de la actual Oficina de Turismo… No se conservan ni los baños árabes ni el Seminario católico del Hospital de Santa Catalina, víctimas ambos de las obras de la Villa realizadas a finales de los años ’60, en uno de los mayores atropellos históricos que ha conocido este pueblo. También en esa década se cegó el acceso a Los Cortinales, convertido desde entonces en el lugar de juegos clandestinos de los chavales que buscaban restos de calaveras en un sitio que fue cementerio cristiano desde el siglo XV hasta finales del siglo XIX. Su abandono definitivo lo provocó la epidemia de peste del siglo XVII y el hambre ocasionada por los tributos militares.

Este histórico solar ahora recuperado alberga además una «mina» de la que se hablaba en las “Crónicas de Juan II” y hasta en los folletos de feria de los años’60, cuando circulaba por el pueblo el mito de un tesoro oculto en un pasadizo secreto. Esta construcción militar llamada coracha-mina permitía, durante los asedios militares, obtener agua del río a través de un pozo. Las escaleras de la mina permanecían tapadas desde principios del siglo XX. Este camino, al que se accede desde la calle Mina, fue diseñado para convertirse en un recorrido turístico y cultural que una la zona baja del pueblo con la fortaleza medieval. Esperemos que este sitio privilegiado, el antiguo Setenil, sea pronto un sitio visitable.  

P.D.: Los datos arquitectónicos, urbanísticos e históricos se sustentan en el Proyecto «Cádiz, Origen de Culturas» realizado por FERNANDO VISEDO, que ha servido de base a la restauración de la muralla, y en el informe de ejecución de la obra del arqueólogo JUAN PABLO MONREAL, de quien podéis leer a continuación una descripción pormenorizada de los trabajos técnicos realizados.
Setenil visto desde la muralla de Los Cortinales, donde se ha recuperado un privilegiado mirador del pueblo. Los Cortinales fue el antiguo Setenil hasta que la epidemia de peste del siglo XVII y el hambre ocasionada por los tributos militares provocaron su abandono y la expansión urbanística que dio origen al actual callejero del pueblo. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
Setenil visto desde la muralla de Los Cortinales, donde se ha recuperado un privilegiado mirador del pueblo. Los Cortinales fue el antiguo Setenil hasta que la epidemia de peste del siglo XVII y el hambre ocasionada por los tributos militares provocaron su abandono. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
La Herrería, apenas vista desde el balcón de la peña que se desliza también por la subterránea calle Mina. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN.
La Herrería, apenas vista desde el balcón de la peña que se desliza también por la subterránea calle Mina. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN.
La muralla tiene esquinas que te ofrecen "un marco incomparable" de Setenil, como esta perspectiva del caserío blanco. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
La muralla tiene esquinas que te ofrecen «un marco incomparable» de Setenil, como esta perspectiva del caserío blanco. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
Detalle de la alcazaba de Setenil, recuperada dentro del proyecto "Cádiz Origen de las Culturas", dirigido por el arquitecto Fernando Visedo, que también es el responsable de la restauración de la Iglesia de la Villa y del Torreón.
Detalle de la alcazaba de Setenil, recuperada dentro del proyecto «Cádiz Origen de las Culturas», dirigido por el arquitecto Fernando Visedo, que también es el responsable de la restauración de la Iglesia de la Villa y del Torreón.

Imagen de Setenil en 1.564, recogida en el "Civitates Orbis Terrarum", en la que se aprecia el acceso de la Mina y la estructura urbana de Los Cortinales, con el Torreón semidestruido 80 años después de la conquista cristiana y la Iglesia de la Villa que todavía no tiene su estructura actual.
Imagen de Setenil en 1.564, recogida en el «Civitates Orbis Terrarum», en la que se aprecia el acceso de la Mina y la estructura urbana de Los Cortinales, con el Torreón semidestruido 80 años después de la conquista cristiana y la Iglesia de la Villa que todavía no tiene su estructura actual.

LA RESTAURACIÓN DE LA MURALLA
Y LA CORACHA MINA DE SETENIL

JUAN PABLO MONREAL MÁRMOL
Arqueólogo

La restauración del recinto amurallado de Setenil de las Bodegas la llevó a cabo la empresa CYDEMIR S. L. desde noviembre de 2014 a noviembre de 2015, bajo la dirección del arquitecto Fernando Visedo Manzanares. Comprendieron la restauración y consolidación de los lienzos de muralla, la limpieza de los mismos y del frente rocoso sobre los que se asientan. Este proceso de limpieza trajo consigo la aparición de estructuras de las que no se tenían noticias, lienzos de torre y de muralla residuales así como la proyección real tanto de la línea de muralla como de las torres defensivas que se mantenía ocultas bajo una intensa vegetación (piteras, chumberas, higueras) y que permitieron desde una visión privilegiada marcar las líneas de actuación posteriores.

Se acometió la restauración de la Coracha, incidiendo en la cubrición de parte de la escalera mediante el uso de tres bóvedas escalonadas con sillares de cantería y en la reconstrucción a modo identificativo de algunas de las torres defensivas que flanqueaban dicha estructura. Los trabajos arqueológicos se llevaron a cabo tanto en la zona de la Coracha como en todo el perímetro de la línea de muralla. En esta parte debido en primer lugar a la necesidad de evitar la entrada de agua hasta la base de la muralla, con el consiguiente deterioro, mediante la conducción del agua hacia el interior y no al exterior y, por otra parte, como forma efectiva de conocer la existencia o no de estructuras relacionadas con la ocupación humana en esta parte del recinto.

Imagen de la fortaleza de Setenil. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
Imagen de la fortaleza de Setenil. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
Detalle del recinto amurallado de Setenil recuperado dentro de la segunda intervención de la Diputación de Cádiz, incluidas en el proyecto "Cádiz Origen de las Culturas", con fondos europeos Feder.
Detalle del recinto amurallado de Setenil, con la Torre del Espolón en primer término.
La Coracha-Mina , la obra se ubica en la zona sureste de la fortaleza y la funcionalidad militar de la coracha estriba en la obtención de agua en los momentos bélicos, no podemos olvidar nunca su carácter militar. Dicha construcción tiene las siguientes dimensiones; cuarenta metros de largo por treinta de alto, en longitud y desnivel máximos, así como en todo su desarrollo mantiene una anchura de seis metros, salvo en su zona más extrema junto al río, la cual tendría que ser diferente ante las posibles estructuras de toma de agua. Las dos torres situadas a ambos lados de la coracha sobresalen de la línea de muralla y flanquean su unidad de base, la coracha.
La Coracha-Mina sobre el río. Tenía una funcionalidad militar, para obterner agua en los momentos bélicos. Esta consutrucción tenía 40 metros de largo por 30 de alto. A ambos lados había dos torres que sobresalían de la muralla.

Aunque se conoce la ocupación humana en Setenil desde la Prehistoria no será hasta la época medieval cuando una ocupación de entidad y estable se asiente en torno a la fortaleza. Al igual que ocurre con la información aportada por los restos materiales, los textos que hacen referencia al poblamiento en Setenil de las Bodegas sufren un paréntesis desde la ocupación romana, básicamente con referencias a Acinipo y su entorno de Plinio el Viejo, Ptolomeo o Avieno, hasta la época musulmana, en concreto hasta 1293. Existen muy pocas referencias escritas sobre la villa antes del periodo bajo medieval. Los documentos que han aportado una mayor información para el estudio del urbanismo de la Fortaleza Islámica de Setenil de las Bodegas han sido el Libro de Repartimiento de Setenil, llevado a cabo entre los años 1484 y 1491, donde se detalla un exhaustivo inventario de los bienes y su reparto entre los conquistadores cristianos tras la toma de la Villa, el 21 de septiembre de 1484 y el grabado de la villa realizado en 1599 por Georgius Braun y Franciscus Horenberg dentro de su obra Civitatis Orbis Terrarum Tomo III, publicada en Colonia. Posteriormente encontramos dibujos, referencias y catálogos de antigüedades realizados por estudiosos y viajeros.

La información que aportan los materiales documentados hasta la fecha indica en primer lugar una ocupación humana de Setenil desde la prehistoria. Los restos materiales indican una ocupación humana en época romana significativa en la villa hasta época tardorromana, cuando ésta quedó totalmente arrasada, produciéndose un salto cronológico hasta época nazarí. Es en esta etapa cuando la presión de las tropas cristianas sobre las fronteras musulmanas hizo necesario la militarización de Setenil así como de otras plazas a modo de cinturón defensivo. No se han documentado cantidades significativas de materiales de anteriores etapas islámicas que indiquen un poblamiento reseñable, por lo que si hubo una población anterior a la época nazarí tuvo que ser poco o nada relevante.

Más allá del Lizón continúa el perímetro de la muralla.
Más allá del Lizón continúa el perímetro de la muralla.
El parque de La Granja, con la Torre del Espolón en primer término. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
El parque de La Granja, con la Torre del Espolón en primer término. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN
La muralla de la fortaleza frente al Carmen. Abajo, dos detalles de la escalera de la Mina. FOTO: ÁNGEL MEDINA LAÍN
La muralla de la fortaleza frente al Carmen. Abajo, dos detalles de la escalera de la Mina. FOTO: ÁNGEL MEDINA LAÍN

Los trabajos realizados durante la restauración se centraron en la limpieza de los frentes rocosos y de muralla tanto en su cara externa como interna mediante agua a baja presión. La Coracha también fue sometida a una limpieza exhaustiva. Se procedió a la consolidación de los lienzos de muralla mediante la restitución de mampuestos perdidos y la aplicación de morteros de cal hidráulica en las juntas, así como al recrecido de los niveles de coronación de los lienzos que se conocían y de los aparecidos tras las labores de limpieza, para su protección. Se reconstruyeron las torres del recinto amurallado. Se le dotó de altura y volumen a la Torre del Espolón, dotándola de una altura muy próxima a la que tuvo en su época. La torre que flanquea la coracha se reconstruyó en volumen, altura, rehaciendo sus esquinas perdidas, ésta también quedaba prácticamente oculta por la vegetación en su parte inferior.

También fue objeto de restauración la torre que se encuentra en la zona intermedia y de la que se tenía constancia, recreciendo sus muros a modo de peto, aligerando su interior ya que se encuentra situada sobre una gran laja de piedra, así como los lienzos de muralla que se documentaron en esta parte para su identificación y preservación. Se planteó la evacuación de aguas pluviales para evitar la erosión de la muralla. Tras la excavación perimetral de la línea de muralla, se colocó una manta impermeable de pvc y sobre ésta un empedrado, con piedra de Ardales, todo ello dentro de rectángulo de chapa junto a una canaleta que recoge todo el agua y la reconduce al propio terreno donde es absorbida, todo ello para evitar que el agua llegue hasta la muralla. Se arregló la calle que da acceso a la Coracha y se adecuó el edificio adyacente, en muy mal estado de conservación, para su futuro uso como Centro de Interpretación. Se cubrió parte de las escaleras de la Coracha mediante un sistema de bóvedas escalonadas realizadas con sillares de piedra de cantería. También se actuó en el interior de la Coracha, retacando y reintegrando las partes perdidas mediante mampuestos.

Los resultados de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el perímetro de la muralla pusieron de relieve la presencia de un nivel de abandono generalizado, reflejado en el derrumbe de todas las viviendas en toda la zona excavada que coincidiría con la última etapa de su ocupación, fechable en el último tercio del siglo XVII coincidiendo con la epidemia de peste que asoló el pueblo con el consiguiente abandono de esta zona y la ocupación por parte de la población superviviente de la zona extramuros. Otro aspecto a destacar es la pervivencia de estructuras de época medieval hasta la última etapa de ocupación del recinto, o lo que es lo mismo, la reutilización de estructuras: torres, muros, calles… hasta el abandono de la zona tras siglos de constante reutilización. Pese a haber sufrido constantes reformas por los moradores cristianos que poblaron la plaza tras su conquista hasta la fecha de su abandono total, mantiene gran parte de su estructura original de origen islámico, de hecho las estructuras de viviendas documentadas no presentan profundas transformaciones en su morfología inicial pese a los lógicos cambios tras siglos de ocupación ininterrumpida.

Otro de los aspectos interesantes fue la extrapolación de los nombres de los propietarios de las viviendas que aparecen en el Libro del repartimiento, con las viviendas aparecidas durante las excavaciones, pese a no estar delimitadas en su total extensión debido a la limitaciones de la excavación. Así se pudieron documentar las viviendas de Hernán Martín de Olvera, Hernán Martín de Guadamanill, Pedro Martín del Barco y Montse Pedro, estos dos últimos reutilizando torres defensivas como viviendas. Una futura y deseable excavación arqueológica en extensión sacaría a la luz la totalidad de las estructuras de vivienda que se documentaron de forma sesgada, ayudando con ello a completar el cuadro del horizonte del urbanismo del último periodo de ocupación de esta parte de la Villa de Setenil con claras reminiscencias medievales, tanto cristianas como islámicas.

 
Vista panorámica actual de Los Cortinales. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN.
Vista panorámica actual de Los Cortinales. Foto: ÁNGEL MEDINA LAÍN.
Puerta de entrada a los pies de la Torre del Espolón, la más alta de la fortaleza, en el inicio de la calle de la Mina que conduce a las Calcetas y que permanece cortada.
Puerta de entrada a los pies de la Torre del Espolón, la más alta de la fortaleza, en el inicio de la calle de la Mina que conduce a las Calcetas y que permanece cortada.
Detalle de la Torre del Espolón, con la Iglesia al fondo. Foto cedida por JUAN PABLO MONREAL MÁRMOL.
Detalle de la Torre del Espolón, con la Iglesia al fondo. Foto cedida por JUAN PABLO MONREAL MÁRMOL.
Detalle de la alcazaba de Seteni, recuperada dentro del proyecto "Cádiz Origen de las Culturas", dirigido por el arquitecto Fernando Visedo, que también es el responsable de la restauración de la Iglesia de la Villa y del Torreón.
Detalle de la alcazaba de Setenil, recuperada dentro del proyecto «Cádiz Origen de las Culturas», dirigido por el arquitecto Fernando Visedo, que también es el responsable de la restauración de la Iglesia de la Villa y del Torreón.

Abajo, imágenes de Los Cortinales y la Mina antes de su restauración, de los trabajos de limpieza, y un vídeo grabado por Ángel Medina que nos muestra el abandono en el que se encontraba esta zona en la que nació Setenil.

El conjunto de Los Cortinales y La Mina, antes de la restauración.
El conjunto de Los Cortinales y La Mina, antes de la restauración.

8 comentarios en “Aquí nació Setenil: un paseo por la muralla y la mina restauradas

  1. Un estupendo trabajo de atestiguación y espléndido de restauración. Me gusta ir viendo que paso a paso, a cada nuevo descubrimiento de sus personajes o fisonomía, la historia de nuestro Setenil nos sorprende sin cesar. Seguro que hay mucho más que contar y que descubrir. Setenil es un cofre abierto que aún dará mucho que desvelar.

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