
PEDRO ANDRADES
Cuando llegan las primeras lluvias del otoño, Setenil puede presumir de contar con ese paraguas natural que es el tajo. En calles como las Cuevas del Sol y la Sombra es un verdadero lujo sentarse en una terraza y ver con una mueca de sonrisa la distancia que separa ese manto de agua del velador. Es inevitable también la mirada de reojo al río, por el recuerdo lejano y mortal de aquella riada de 1907 que se cobró la vida de dos niñas; o la de 1918 que se llevó a una pobre anciana en su cama; o la del 49 que arrastró cuatro casas y supuso el entierro de Juan Manuel «el de la Manguita», según relata José Domínguez «Tijeras» en su libro. Esas luctuosas riadas forman ya parte del pasado desde que se canalizó el Guadalporcún a su paso por el pueblo, que estos días de lluvia adquiere una belleza oscura y verdosa que te calan el alma. Os dejamos estas fotografías de febrero de 2014 de José Luis González Rodríguez y el precioso vídeo de un día de lluvia grabado por CádizMedia.



