PEDRO ANDRADES
Fotos: MAREFA VÍLCHEZ
Ocurrió el 14 de noviembre de 2001. El cielo cayó sobre nuestras cabezas. Una inmensa piedra de unos 20 metros se desprendió en Las Cabrerizas, sin causar daños personales, coincidiendo con unas obras en uno de los habitáculos de la calle. Fue un aviso de la naturaleza, un accidente aislado en un pueblo modelado por ese arquitecto que es el río Guadalporcún y que nos regaló uno de los municipios más singulares de España. Todavía hoy es visible esa herida en esta calle sorprendente y ajena al flujo turístico. Y casi como una alegoría de lo que queda por hacer, nos muestra las entrañas de la tierra y el esqueleto del mejor museo (y el más barato) que podría tener ahora mismo el pueblo: la estructura de una casa cueva al descubierto, que permita explicar la historia troglodita que nos da prestigio y atrae a miles de visitantes.




Un comentario en “Cuando el tajo se hundió en Las Cabrerizas”