
PEDRO ANDRADES
Nada humano me es ajeno. Lo dijo Unamuno y debiera ser verdad. Quizá si nos hablan de los campos nazis pensemos en un drama terrible, pero de otra época y otro lugar lejano. Y, sin embargo, la realidad nos trae a veces el horror a la puerta de nuestra casa. En Tandil (Argentina), se acaba de presentar la novela «Los cielos de piedra», del excelente dibujante Ricardo Garijo, que narra el horror que vivió su padre, Eulogio Garijo, en el campo de concentración de Mauthausen, un pueblo austríaco a orillas del Danubio con una impresionante cantera de granito. Garijo padre se casó con Maruja Andrades, una setenileña «con los ojos del Mediterráneo» que conoció en el exilio francés, en esos años en que este joven de Cervera no podía volver a la España franquista y en los que trataba de olvidar el olor de la carne quemada que salía de las chimeneas, la desgracia de aquel infierno en el que murieron más de 200.000 personas y en el que el hombre perdía el nombre y la dignidad. Garijo comía, cuando tenía suerte, la ración del perro del Capo, sobrevivió a las palizas y a los terribles trabajos de la cantera, a los caprichosos disparos con los que se entretenían los niños alemanes criados en el campamento, a la visión de los presos que se arrojaban contra las alambradas electrificadas para poner fin al sufrimiento.
Cuando era como tantos otros casi un despojo humano, apenas un amasijo de huesos y tendones, el 5 de mayo de 1945 llegó una patrulla de 23 soldados americanos a ese escenario del horror y le salvó de una muerte segura. Apenas 15 años después, ya instalado en Argentina, hizo una primera visita a Setenil a conocer a la familia de Maruja Andrades, quien también estuvo con su hermano Tobalito en la lucha contra los nazis en los Pirineos y sirvió de correo a la Resistencia francesa. Nadie escuchó, bajo este otro cielo de roca, ningún lamento ni amargura al preso nº 43.257 de Mauthausen, a este héroe a su pesar, que sufrió tres años escondido en su casa de Cervera por el golpe militar de Franco, logró huir a Francia gracias a un contrabandista gitano y luego fue capturado por los nazis cuando invadieron el país galo. Eulogio Garijo murió a los 92 años en su país de acogida en el Día Internacional del Holocausto. Paradojas del destino.
La chaqueta de Eulogio Garijo, el preso nº 43.257, en el campo de Mauthausen. La conservó toda su vida.


El documental «Memoria de las cenizas» (2012) relata en primera persona, en boca de cinco supervivientes (uno de ellos de Olvera, Eduardo Escot), el infierno que vivieron más de 1.500 andaluces apresados en esos campos del horror.
Documental de la UNED y la Fundación Pablo Iglesias sobre los españoles que estuvieron en el campo de Mauthausen.
Vídeo en el que Ricardo Garijo explica su obra
Es impresionante, hasta dónde ha llegado la humanidad a deshumanizarse y temo a los que piensan en periodos anteriores a la democracia, como positivos, cuando la libertad se niega en todos los ámbitos de la convivencia cotidiana. Estupenda labor de recopilación de historias fascinantes que nos deben hacer recordar lo que suponen los horrores de las guerras y las miserias del fascismo. Maravilloso trabajo que nos abre los ojos al horripilante escenario de los campos de exterminio. Gracias Pedro por tu exponernos estos reportajes que sentimos como nuestros.
Gracias! Mil gracias Pedro, por esta publicación, que nos llega al corazón, además de ser un excelente relato, se nota tu enorme cariño por Ricardo. Te queremos.