No perdamos los papeles

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Lorenzo Pérez del Campo, del Instituto Andaluz de Patrimonio, analiza el recuperado Libro de 1763 de la Hermandad de la Vera-Cruz. Foto: Pedro Andrades

PEDRO ANDRADES
Este artículo aparece en el último número de la revista
de Semana Santa de Los Blancos presentada este sábado.

«Cuando Sebastián Luque abrió el cajón de su escritorio y me enseñó en su casa un libro amarillo, envejecido por el tiempo y castigado por la historia reciente, me pareció que cada una de esas hojas arrancadas era un bocado a la memoria de Setenil, como si faltara algo del álbum familiar del pueblo. A Sebastián se le notaba el agradecimiento hacia la persona que le hizo llegar esos manuscritos y un cierto temblor por el contenido sin descifrar del “incunable”, la emoción de descubrir secretos en la letra pequeña y la incertidumbre que provoca el silencio de un libro vacío.

Le propuse someterlo a examen en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) para conocer su estado de conservación y hacer una primera valoración. En el momento en que Lorenzo Pérez del Campo, Jefe del Centro de Intervención del IAPH, comenzó a dispersar sus hojas por la mesa en esa clínica del Patrimonio, sentí la duda de si estaba ante un ginecólogo que te va a decir si es niño o niña, o si por el contrario nos iban a mandar a casa con los resultados de una biopsia. Miraba a Josefina Villalón y Jesús Robles, que también estaban allí, como quien observa a parientes en la sala de espera. Al final, fue un parto múltiple.

Llegamos al IAPH con un aparente Libro de Constitución de la Hermandad de la Vera-Cruz, de 1763, y descubrimos que, en realidad, estaba compuesto de los siguientes documentos:

1.- Cubierta suelta original del libro de constitución (pergamino flexible manuscrito). Año 1763.

2.- Libro de Cabildos (volumen en papel manuscrito y sin encuadernación). Siglo XIX.

3.- Actas de cabildo (Cuadernillo en papel manuscrito). 1764.

4.- Un Folio suelto sin contenido inicial ni final, todavía sin datar.

5.- Actas de cabildo (Tres cuadernillos, un bifolio y un folio suelto). Comprendidas entre los años 1679-1682.

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Fuimos con un libro y volvimos con una biblioteca… incompleta. El libro contenía papeles muy valiosos, testimonios del siglo XVIII y XIX, y mantuvo ensimismamos a los técnicos durante un par de horas en las que hablamos con el director del IAPH, Román Fernández-Baca (familia, por cierto, de los oculistas de la Óptica Baca de Ronda, y responsable de la recuperación de las ruinas de Acinipo durante su etapa como arquitecto de la Diputación de Málaga).

El propio libro avisaba a ojos de los técnicos de lo que faltaba: la cubierta estaba despojada de sus folios naturales, un tesoro sin valor alguno en los mercadillos, pero que cotiza en la Bolsa del conocimiento y la historia común. Un documento conservado en la esquina de una casa es tan inútil para el uso privado como tener un sombrero de copa, y, sin embargo, su comunión convierte la reliquia en un hermoso homenaje a aquellos que lo cuidaron durante años y lo cedieron a sus descendientes.

La lectura del que hasta ahora era el ejemplar más antiguo de la Hermandad, el Libro de Cuentas de 1863, evidencia que por unas razones u otras (algunas muy evidentes, como la Guerra Civil) apenas sobrevive una mínima parte del patrimonio eclesiástico, cuya protección es una obligación incluso de los que no somos creyentes y, por supuesto, de las instituciones, que deben prestar su apoyo a la recuperación y divulgación de este valioso recordatorio de lo que fuimos».

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